miércoles, 21 de diciembre de 2016

Un médico de familia doce días de expedición con los dentistas de Dentalcoop.


A la llegada no me aguanto y tengo que mear. El olor y un río de orina pasando justo al lado de unas maletas me llevan hasta el cuarto de baño. Intento apuntar al agujero en el suelo, pero por los charcos a mi alrededor me temo que soy el único que hace el esfuerzo.
Venimos desde Madrid con Air Algiers con un transbordo de 12 horas en Argel para luego coger el avión a Tindouf, el aeropuerto militar argelino. Aquí nos toca una espera eterna hasta que llegue el último avión (un charter imprevisto, algo no habitual en estas fechas) y luego todo el mundo se desplazará en una caravana de buses, todoterrenos y turismos (todos mercedes) escoltada por el ejercito argelino que nos entregará en la 'frontera' de los campamentos a la policía saharaui para llevarnos a nuestros destinos. Iremos ligeros de equipaje. De todos los materiales y medicación que habíamos preparado y seleccionados para poder trabajar no llegó nada. Tampoco es un problema habitual, no suelen perderse los equipajes. Vamos con lo puesto y así seguiremos los próximos días….






'Buenos días gente, habéis dormido dos horas y media, es hora de desayunar'. Me pego mi susto y salto habitual si me despiertan durante mi primer sueño profundo, y, completamente desorientado, intento dar cara a la voz que escucho. Poco a poco me doy cuenta que estoy tumbado en una alfombra. Busco a Alex y sí, está a mi lado, pero no estamos solos, todo el suelo está lleno de personas que se levantan con la misma cara de desorientación. 'Es hora de desayunar'. Es Abba, ahora sí me acuerdo, 'nuestro hombre' en los campamentos de refugiados saharauis. Poco a poco nos despertamos y la mala leche habitual después de una noche tan corta se sustituye por una sensación de tener una energía ilimitada y sobre todo mucha curiosidad por lo que nos espera.

Un conflicto eterno resumido. En 1975 Marruecos ocupó el Sahara Occidental, cuando España se retiró de su antigua colonia. Desde entonces, la mayoría de la población se desplazó hasta campamentos de refugiados en el desierto de Tinduf en el sur de Argelia. Se inició una guerra entre Marruecos y el movimiento de liberación Frente Polisario, hasta que en 1991 se firmó un alto el fuego, condicionado a la celebración de un referéndum en 1992 bajo los auspicios La Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) . Pero el referéndum se ha retrasado varias veces, a causa de las repetidas objeciones de Marruecos, apoyado por Francia, y todavía no se ha celebrado. Mientras tanto, Marruecos se beneficia de los recursos naturales de los territorios ocupados, sobretodo de la pesca y los fosfatos. La comunidad internacional, por intereses diversos, no se mueve demasiado para buscar una solución. Marruecos elevó un muro de 2700 km de longitud desde el sur del Sahara Occidental hasta el norte. Alrededor del muro hay minas antipersonas y vallas, hay 100.000 militares marroquíes y cuesta 4 millones de euros diarios de mantenimiento. La construcción del muro se realizó con la ayuda de expertos israelís y financiación de Arabia Saudita. ¿Alguien se aclara?




Aanis entra con su amiga. Las dos llevan el velo habitual, además de guantes y gafas de sol para taparse. La amiga habla perfectamente español y viene a traducir. Hago bromas con las gafas y se ríen a carcajadas. Aanis tiene manchas por todo el cuerpo y me enseña todo sin ningún pudor, por lo menos hasta la cintura. Los pechos al aire. Me sorprende un poco verlas así de sueltas y relajadas, las primeras pacientes no se destapaban, pero ahora me doy cuenta que era más por mi prudencia que por otra cosa. Cuando salen se vuelven a tapar y Aanis me saluda con risas, en perfecto español….

Hay una mujer embarazada con fiebre y diarreas en observación en el cuarto donde paso consulta. También hay un gato debajo de la cama. Me hago un hueco para mis cosas en otro rincón y empiezo. Hoy hay mucha gente. Si hace falta se atiende a varias personas en el mismo cuarto, en el pasillo o dónde sea. Los dentistas tienen seis puestos en dos cuartos. Veo de todo. Muchos niños con infecciones de todo tipo. Afortunadamente he traído mi pulsoximetro, termometro, otoscopio etcétera. Una mujer con un abdomen agudo no quiere ir al hospital en Tindouf. 'Aquí siempre me dan antibióticos y analgésicos'. Me resisto, no voy a hacer barbaridades.
Me cuesta un poco volver a la medicina directa de aquí. Aquí no hay tiempo ni necesidad para explayarse con los pacientes sobre las circunstancias familiares, hábitos de vida y temas filosóficos. Mientras en España me recreo en sugerir cambios de estilo de vida, donde reflexiono con los pacientes sobre la fuerza de cada uno para mantenerse sano, curarse con amor propio y siendo generoso con los que están al lado de cada uno; aquí al contrario sobran estos temas existenciales. En la vida a toda prisa occidental vas al médico para que te pare, los saharauis no necesitan que les cuenten cosas tan obvias. Nos pueden enseñar mucho, a nosotros y a nuestros hijos. Así que me pongo a hacer lo que ellos esperan de mi: una anamnesis, una exploración exhausta y les pongo el tratamiento si es necesario.
Hay una cosa curiosa y es que la gente aquí apenas se automedica, ni tampoco exigen un tratamiento específico. Por lo menos, yo apenas lo he visto, menos la mujer con el abdomen agudo. ¡Eso sería un desafío para la salud pública aquí!, antes de que empiecen los malos hábitos de sobremedicación de todo tipo (¡y los médicos somos los culpables!) hay que empezar con buena información, explicar que un virus no se trata con antibióticos, que a un niño con fiebre no siempre conviene darle paracetamol o ibuprofeno. Sería interesante ver cómo se puede influir con buena educación a la próxima generación. Me temo que sea un desafío quizás demasiado utópico. 
Es mi primera expedición a los campamentos saharauis. A primera vista hay muchas cosas que se podrían mejorar. Con una compañera médico hablamos por ejemplo de la necesidad de una cartilla de salud. Pero después de varios días me doy cuenta de la complejidad de todo. ¿Quien soy yo para pretender poder mejorar las cosas? Para eso uno necesita meses, quizás años estar aquí, para conocer la cultura, para conocer la infraestructura, para saber que tipo de ayuda llega y donde, para enterarse de anteriores iniciativas, para conocer los fondos disponibles y para saber muchas cosas más. Es una tarea complicada y desde luego no es el objetivo de este viaje. Dentalcoop lleva dos años yendo paso a paso, respetando los profesionales locales y en diálogo continuo con los responsables del ministerio. Es un ejemplo a seguir.






El Ministerio de Salud Pública de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) que administra y coordina todas las iniciativas de la salud pública hace lo que puede. Depende para casi todo de ayuda externa. Hay muchos programas de prevención (vacunación, potabilidad del agua, programas contra la desnutrición infantil, educación sanitaria) y asistencia médica. Hay un departamento de estomatología que está apoyando nuestra expedición. En cada Daira hay un dispensario, en las Wilayas están los hospitales regionales (Aaiun, Awserd, Smara, Dajla, Bojador=27 de febrero) y luego están los hospitales centrales Bachir Saler en Rabuni y el Hospital Militar El-Bolla. Existen varias asociaciones de cooperantes médicos y la brigada médica cubana. Hay una farmacia central que registra la entrada de medicamentos (todos de ayuda, no existen fondos) y organiza la distribución.

Ahmed tiene un objetivo: mi termómetro. No deja de jugar con el, y a cada niño le toma la temperatura y flipa con el resultado instantáneo. Me alegro, voy a dejar todos los materiales y si están contentos con ellos, mucho mejor. Es el director (en sus palabras) del hospital donde trabajamos hoy y me ayuda a traducir. Es muy amable y curioso. Aunque desaparece todo el tiempo a no se sabe donde y luego aparece como si nada. Menos mal los pacientes se ayudan entre ellos para traducir. Al terminar la consulta le acompaño rápido a su casa y me cuenta de un médico de Granada que era muy buen amigo suyo. Le regaló un tensiometro. 'Aún lo tengo guardado en mi casa'. Me quedo pensando. Ahmed se quedará sin su termómetro.



No hay manera con estos chavales. Sin zapatos y con una habilidad impresionante nos regatean. Aquí hay un par de futuros Messis. Se ríen y nos chocan la mano después de cada gol. Una herida en el pie y una contusión en el dedo meñique es el resultado. La edad se paga.... Nos preguntan por nuestros nombres, que recuerdan los próximos días. Todos estos días los niños y las niñas se acercan a nuestra jaima. Son muy curiosos, pero al mismo tiempo respetuosos. Los saharauis son muy sociables, te saludan siempre y parece que realmente se alegran de verte. Es muy fácil conseguir contacto con ellos. Con las mujeres también, aunque vayan con velo y muy tapadas con las melhfas. Son risueños y parece que nos aceptan como somos. Algo bastante admirable teniendo en cuenta la pandilla de maleducados que somos. El hecho de que la mayoría de la población hable bastante bien español ayuda mucho.

En los campamentos de refugiados viven casi 200.000 personas. Muchos nacieron y crecieron aquí, y quizás morirán aquí. Muchos estudiaron fuera, sobre todo en España, Cuba y Argelia. Muchos no se dedican a lo que han estudiado. Los sueldos son bajos. Un dentista gana 40€ al mes. Los terrenos que cedió Argelia para los campamentos son de los más inhóspitos de la tierra, aquí en verano las temperaturas llegan a más de 50ºC. No hay posibilidad de agricultura y unos pocos camellos y cabras forman el ganado. Los saharauis dependen casi completamente de las ayudas de la comunidad internacional. Sin embargo, de la nada han conseguido montar una infraestructura, con escuelas, sanidad, pozos, luz en algunas wilayas y una administración. Todo está en un estado bastante precario y haremos un esfuerzo para que se mejore con el tiempo, pero, me imagino, tiene que ser muy complicado y contradictorio invertir tu energía en una tierra que no es la tuya. Es admirable la paciencia, la perseverancia y la dignidad de este pueblo tan olvidado por la comunidad internacional.








'Mi hermano nos lleva.' Miro al hermano y me acojono. 'Pero el niño es más pequeño que mis mellizos'. 'No te preocupes, tiene doce años y es muy buen conductor.' Me hago atrás en el todoterreno y miro de reojo al niño por el espejo. Me devuelve la mirada con una sonrisa que no logra tranquilizarme. Afortunadamente la casa no está lejos y el chico maneja el coche bastante bien.
El padre de Maryam nos prepara el té. Es un ritual casi hipnótico, utilizan brasa para calentar el agua y echan hierba buena fresca. Y azúcar, mucho azúcar. 'Es que somos muy dulces' siempre nos dice Hasman, uno de los conductores del ministerio, sacando su sonrisa amable con manchas marrones en los dientes. El agua pasa de vasito a vasito hasta que se consigue la cantidad de espuma deseada. Es una muestra de hospitalidad y cordialidad. Se toman tres tazas. El primero es amargo como la vida. El segundo es dulce como el amor. El tercero es suave como la muerte.
Maryam y su hermana traen la comida. Me asusto. Vaya comilona nos han preparado. Un pollo entero, una bandeja enorme de carne de cabra, además de arroz y patatas fritas en cantidades impresionantes. ¿Cómo vamos a comer todo esto, solo somos cinco? Estamos en casa de Maryam, la traductora que trabaja como voluntaria en el hospital de Aaiun. Es saharaui, pero vive desde hace unos años en España. Ha venido con un grupo de cooperantes de Andalucía con quién trabajo en el hospital. La familia nos invitó para agradecernos el esfuerzo de venir y ayudar. Mirando al pollo y el resto de la comida me doy cuenta que realmente están agradecidos. Maryam nos cuenta que también lo hacen en nombre de los otros vecinos. 'Y luego repartimos lo que sobra', dice riéndose. No nos dejan recoger, la madre encima nos regala una pulsera con los colores de la bandera saharaui. Una vez más demuestran que los que no tienen nada siempre son los más generosos.

Aquí metí la pata sin querer. El tema de seguridad en los campamentos es serio. Desde el momento que llegas al aeropuerto de Tinduf hay que tener en cuenta que estás en una expedición especial con unas normas que debes cumplir. Actualmente los desplazamientos del aeropuerto de Tinduf a las wilayas se hacen en caravana escoltada por el ejercito de Argelia, hasta un especie de frontera, y de las policías saharauis, después. Una vez en la wilaya, puedes moverte dentro de la misma y visitar a quien quieras, pero a la puesta de sol debes estar en la jaima, hasta el día siguiente. No es fácil moverse entre wilayas, aunque en teoría puedes moverte entre las wilayas de El Aaiun, Auserd, Smara y Bojador e ir a Rabuni siempre que tengas transporte y en el protocolo de la wilaya te hayan dado el papel que lo autoriza, a ti y al chófer y coche en que vas a ir. Y de hecho en las entradas y salidas hay controles. No me di cuenta que una invitación espontánea en otra wilaya pudiera causar tantas gestiones y gracias a Ignacio, Abba y Said no pasó nada. Entendí luego que realmente hemos sido unos privilegiados con el tema de traslados y visitas al museo, la farmacia central y Smara entre otras. La seguridad tiene como objetivo proteger a cualquier cooperante o visitante para que no peligre la ayuda internacional que es lo que hace poder existir al pueblo saharaui en los campamentos.

Los ronquidos del director del hospital me despiertan una y otra vez. Intento dormir en el suelo de su cuarto, está todo asqueroso. Son las cinco de la mañana y acabo de atender a un niño en urgencias en Rabouni, el hospital más importante de los campamentos de refugiados. El niño entró con problemas de respiración (un estridor impresionante) por una laringotraqueobronquitis y fiebre alta. Llamé al pediatra porque le veía muy disnéico. Con un nebulizador con epinefrina y prednisona mejoró mucho. La médico de urgencias cubana que me había enseñado todo esta tarde ya me avisó, 'aquí ves de todo y toca improvisar'. Me alegro de que solamente me toque una noche aquí.
El director se levanta con la misma ropa puesta de ayer y se pone un poco de colonia. Me ofrece una batido caliente de maíz. Muy bueno. En urgencias atiendo a un par de pacientes hasta que llegue el relevo. El enfermero, que se llama Mohamed como todo el mundo y por eso le pongo el apodo de 'Gafitas', me da un abrazo. '¿No vas a volver esta noche, verdad?'

Me siento como nuevo. Los calzoncillos de Sergio y los calcetines de Oscar me hacen sentir como el de siempre, o sea, un chico muy guapo, aseado y arreglado. Me he echado el agua helada sobre las partes más necesarias (o sea asquerosas) de mi cuerpo. Estoy en el cuartito donde está el baño, un agujero de cerámica en el suelo (como antes utilizaban en Francia me acuerdo de mis vacaciones ahí). Sobre el mismo agujero me lavo lo que pueda. Me pondré el mismo pantalón y camisa de los últimos cinco días, y también me dormiré en la misma ropa. Realmente me da igual. A todos nos da igual. Dormimos diecisiete en la misma jaima, compartiéndo todo. La falta de equipaje y de cualquier capricho nos ha hecho una piña. Cuando llegan las maletas después de un esfuerzo titánico de Abba, lo celebramos, pero nuestras caras dicen, ¿para qué?





'Dos años lleva con dolor de muela' dice su marido, 'dos años que no puede dormir, está hecha polvo'. Está desesperado. Su mujer ya está sentada en la silla y ya le han dado su anestesia. Apenas veo sus ojos bajo el velo. Cristina con su sonrisa bonita y gorra de colores alegres (hecha por su suegra) con luz frontal no necesita más campo de vista, lo ve claramente. Como un torero se acerca a su victima y en un movimiento elegante (digo elegante, pero realmente da miedo) termina el calvario de la pobre mujer. La muela termina en una bandeja entre muchas otras. A lo mejor no hoy, pero pronto dormirá mejor y su salud general mejorará.
Estoy en la sección dental del hospital de Aaiun. Con solo un sillón dental medianamente funcionando hay un equipo de seis dentistas, una higienista, tres auxiliares y el apoyo logístico de Sergio funcionando como un tren. Muchísima gente pasa por el carrusel improvisado del diagnóstico, luego la anestesia, terminando con un empaste o una extracción. La mayoría de veces en sillas normales con una luz frontal. Todo el sistema funciona con un generador que tiene una capacidad limitada de una mañana. Si no estarían trabajando hasta muy tarde todos los días.

Dentalcoop lleva desde 2014 en los campamentos de refugiados saharauis y en los territorios liberados. La idea es el envío de material y equipamiento dental al departamento de Estomatología del Ministerio de Salud saharaui, para cobertura en los Campamentos de Refugiados Saharauis . Los apoyan además con formación presencial para los odontólogos y auxiliares, así como financiación para formación técnica en centros clínicos españoles. Luego en los territorios liberados en colaboración con Sahara 4x4 solidario han establecido una cobertura de asistencia dental básica a la población, mediante la instalación de una clínica dental totalmente equipada y el trabajo de decenas de voluntarios de Dentalcoop. Personalmente me he quedado impresionado con lo que han conseguido en tan poco tiempo. La compenetración con el ministerio es total y eso es fundamental en los campamentos.






En la Daira no hace falta un gallo, tenemos a Iván y funciona de maravilla. Nos dormimos cuando Iván deja de hablar y es hora de levantarse cuando empieza a soltar sus primeras palabras del día. Nos reímos mucho con él, habla de todo y mucho. El problema es que la mayoría le contesta con la misma agudeza y la jaima parece muchas veces una gallinera. Flipo con el lenguaje. Pensaba que eso solamente pasaba en Gran Hermano. Nos reímos mucho. Somos muchos y cada uno tenemos nuestro papel. En el desierto, el no tener nada, nos hace ser como somos y nos hace respetarnos uno al otro sin condiciones. Tenemos un grupo muy variado y muy divertido. A los que se hospedan en el ministerio, 'Pijolandia' (tienen camas, agua caliente y un water) los vemos todos los días y compartimos comidas y salidas por la tarde. La verdad es que hay muy buen rollo y se agradece.
La única pesada es Irene a quién se le ocurre molestarme con mi 'delisiosso'. Pero ya sé cómo la voy a castigar, no la invitaré a nuestra fiesta de verano.

'!!!Puta punky de mierda!!!' Le sale de lo más profundo del corazón. Me meo de la risa, Irene, a quien iban dirigidas las palabras, también. Le había pasado una botella con la tapa abierta a Sergio y nos mojó sin querer. Antes de que me diera cuenta de lo que pasaba, Sergio ya soltó la frase. Flipo.
Nos acaban de sacrificar una cabrita y la pobre nos sirve de cena de despedida. Estamos en las dunas, bajo la luna, un poco más lejos de Smara. Hace un frío que pela, pero las emociones nos calientan. Ignacio hace un discurso y acierta con las palabras. Es la decimacuarta expedición, pero nos hace sentir únicos, mencionándonos uno por uno por nuestro nombre. A pesar de los problemas de los materiales, a pesar de no haber ido a liberados, lo hemos pasado bien, hemos aprendido mucho, nos la hemos tenido que apañar en un sitio desconocido y entre todos nos hemos apoyado. Los saharauis nos han enseñado muchísimas cosas, de algunas a lo mejor no me he dado cuenta aún. El desierto nos desnudó y nos permitió llegar a nosotros mismos.








Partcipantes


Abba y Ahmed del departamento de Estomatología, Ignacio (odontólogo y coordinador)

 Ana P (auxiliar-coordinadora)

 
Víctor (odontólogo), Meritxell (auxiliar-higienista), Alexandra (odontóloga), 
Max Meertens (médico de familia), Cristina (odontóloga), Sergio (auxiliar-informático), Irene (auxiliar), Johanna (odontóloga, formación), Mariló (odontóloga), Mª José (auxiliar, enfermera)

Javier (fotógrafo)

Juan (protésico), Alba (odontóloga)

Sandra (endodoncista), Alberto (auxiliar-diseñador), Elsa (auxiliar), Marta (auxiliar), Javier (odontólogo)

 

Ivan (odontólogo), Esther (odontóloga), Ana (auxiliar), Eva (odontóloga), Oscar (odontólogo), Emilio (odontólogo)


Vicente (traumatólogo), Sandra (cirugía general), Marta (médico digestivo y enfermera)





Hasman, Said, Fadili, Mohammed y otros muchos más

Consejos:
  • Para médicos: Llevar mochila con cosas del maletín (otoscopio, fonendoscopio, tensiometro, termómetro, pulsoximetro, glucometro, depresores de lengua, pilas de cambio), en muchas clínicas apenas hay nada y también la gente en la dahira donde estés te van a encontrar enseguida. Llevar bata blanca. Llevar vademecum de bolsillo
  • Pilas de cambio para todo
  • Hay que tener en cuenta que al llegar en Tindouf hay que esperar hasta que llegue el último avión para salir todos los pasajeros al mismo tiempo con la escolta.
  • El aeropuerto de Tindouf es un aeropuerto militar, no se puede hacer fotos y todo es bastante rudimentario.
  • Lleva siempre ropa de cambio en el equipaje de mano, no se retrasan muy regularmente maletas, pero si pasa pueden tardan luego días en llegar.
  • Chanclas, gafas de sol, a partir de otoño un abrigo
  • Para los que tenemos hijos y queremos estar localizados con una tarjeta SIM local, según los chicos del ministerio Mobilis tiene la mejor cobertura en los campamentos. Aunque yo tenía una tarjeta de Djezzey y me daba una cobertura buena. Las tarifas son baratas y por 8€ incluye hasta 2GB de datos. Roaming es muy caro. 



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