Venimos
desde Madrid con Air Algiers con un transbordo de 12 horas en Argel
para luego coger el avión a Tindouf, el aeropuerto militar argelino.
Aquí nos toca una espera eterna hasta que llegue el último avión
(un charter imprevisto, algo no habitual en estas fechas) y luego todo el mundo
se desplazará en una caravana de buses, todoterrenos y turismos
(todos mercedes) escoltada por el ejercito argelino que nos entregará
en la 'frontera' de los campamentos a la policía saharaui para
llevarnos a nuestros destinos. Iremos ligeros de equipaje. De todos
los materiales y medicación que habíamos preparado y seleccionados
para poder trabajar no llegó nada. Tampoco es un problema habitual, no suelen perderse los equipajes. Vamos con lo puesto y así
seguiremos los próximos días….
'Buenos
días gente, habéis dormido dos horas y media, es hora de
desayunar'. Me pego mi susto y salto habitual si me despiertan
durante mi primer sueño profundo, y, completamente desorientado,
intento dar cara a la voz que escucho. Poco a poco me doy cuenta que
estoy tumbado en una alfombra. Busco a Alex y sí, está a mi lado,
pero no estamos solos, todo el suelo está lleno de personas que se
levantan con la misma cara de desorientación. 'Es hora de
desayunar'. Es Abba, ahora sí me acuerdo, 'nuestro hombre' en los
campamentos de refugiados saharauis. Poco a poco nos despertamos y la
mala leche habitual después de una noche tan corta se sustituye por
una sensación de tener una energía ilimitada y sobre todo mucha
curiosidad por lo que nos espera.
Un
conflicto eterno resumido. En 1975 Marruecos ocupó el
Sahara Occidental, cuando España se retiró de su antigua colonia.
Desde entonces, la mayoría de la población se desplazó hasta
campamentos de refugiados en el desierto de Tinduf en el sur de
Argelia. Se inició una guerra entre Marruecos y el movimiento de
liberación Frente Polisario, hasta que en 1991 se firmó un alto el
fuego, condicionado a la celebración de un referéndum en 1992 bajo
los auspicios La Misión de
las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental
(MINURSO) . Pero
el referéndum se ha retrasado varias veces, a causa de las repetidas
objeciones de Marruecos, apoyado por Francia, y todavía no se ha
celebrado. Mientras tanto, Marruecos se beneficia de los recursos
naturales de los territorios ocupados, sobretodo de la pesca y los
fosfatos. La comunidad internacional, por intereses diversos, no se
mueve demasiado para buscar una solución. Marruecos elevó un muro
de 2700 km de longitud desde el sur del Sahara Occidental hasta el
norte. Alrededor del muro hay minas antipersonas y vallas, hay
100.000 militares marroquíes y cuesta 4 millones de euros diarios de
mantenimiento. La construcción del muro se realizó con la ayuda de
expertos israelís y financiación de Arabia Saudita. ¿Alguien se
aclara?
Aanis
entra con su amiga. Las dos llevan el velo habitual, además de
guantes y gafas de sol para taparse. La amiga habla perfectamente
español y viene a traducir. Hago bromas con las gafas y se ríen a
carcajadas. Aanis tiene manchas por todo el cuerpo y me enseña todo
sin ningún pudor, por lo menos hasta la cintura. Los pechos al aire.
Me sorprende un poco verlas así de sueltas y relajadas, las primeras
pacientes no se destapaban, pero ahora me doy cuenta que era más por
mi prudencia que por otra cosa. Cuando salen se vuelven a tapar y
Aanis me saluda con risas, en perfecto español….
Hay
una mujer embarazada con fiebre y diarreas en observación en el
cuarto donde paso consulta. También hay un gato debajo de la cama.
Me hago un hueco para mis cosas en otro rincón y empiezo. Hoy hay
mucha gente. Si hace falta se atiende a varias personas en el mismo
cuarto, en el pasillo o dónde sea. Los dentistas tienen seis puestos
en dos cuartos. Veo de todo. Muchos niños con infecciones de todo
tipo. Afortunadamente he traído mi pulsoximetro, termometro,
otoscopio etcétera. Una mujer con un abdomen agudo no quiere ir al
hospital en Tindouf. 'Aquí siempre me dan antibióticos y
analgésicos'. Me resisto, no voy a hacer barbaridades.
Me
cuesta un poco volver a la medicina directa de aquí. Aquí no hay
tiempo ni necesidad para explayarse con los pacientes sobre las
circunstancias familiares, hábitos de vida y temas filosóficos.
Mientras en España me recreo en sugerir cambios de estilo de vida,
donde reflexiono con los pacientes sobre la fuerza de cada uno para
mantenerse sano, curarse con amor propio y siendo generoso con los
que están al lado de cada uno; aquí al contrario sobran estos temas
existenciales. En la vida a toda prisa occidental vas al médico para
que te pare, los saharauis no necesitan que les cuenten cosas tan
obvias. Nos pueden enseñar mucho, a nosotros y a nuestros hijos. Así
que me pongo a hacer lo que ellos esperan de mi: una anamnesis, una
exploración exhausta y les pongo el tratamiento si es necesario.
Hay
una cosa curiosa y es que la gente aquí apenas se automedica, ni
tampoco exigen un tratamiento específico. Por lo menos, yo apenas lo
he visto, menos la mujer con el abdomen agudo. ¡Eso sería un
desafío para la salud pública aquí!, antes de que empiecen los
malos hábitos de sobremedicación de todo tipo (¡y los médicos
somos los culpables!) hay que empezar con buena información,
explicar que un virus no se trata con antibióticos, que a un niño
con fiebre no siempre conviene darle paracetamol o ibuprofeno. Sería
interesante ver cómo se puede influir con buena educación a la
próxima generación. Me temo que sea un desafío quizás demasiado
utópico.
Es mi primera expedición a los campamentos saharauis. A primera vista hay muchas cosas que se podrían mejorar. Con una compañera médico hablamos por ejemplo de la necesidad de una cartilla de salud. Pero después de varios días me doy cuenta de la complejidad de todo. ¿Quien soy yo para pretender poder mejorar las cosas? Para eso uno necesita meses, quizás años estar aquí, para conocer la cultura, para conocer la infraestructura, para saber que tipo de ayuda llega y donde, para enterarse de anteriores iniciativas, para conocer los fondos disponibles y para saber muchas cosas más. Es una tarea complicada y desde luego no es el objetivo de este viaje. Dentalcoop lleva dos años yendo paso a paso, respetando los profesionales locales y en diálogo continuo con los responsables del ministerio. Es un ejemplo a seguir.
Es mi primera expedición a los campamentos saharauis. A primera vista hay muchas cosas que se podrían mejorar. Con una compañera médico hablamos por ejemplo de la necesidad de una cartilla de salud. Pero después de varios días me doy cuenta de la complejidad de todo. ¿Quien soy yo para pretender poder mejorar las cosas? Para eso uno necesita meses, quizás años estar aquí, para conocer la cultura, para conocer la infraestructura, para saber que tipo de ayuda llega y donde, para enterarse de anteriores iniciativas, para conocer los fondos disponibles y para saber muchas cosas más. Es una tarea complicada y desde luego no es el objetivo de este viaje. Dentalcoop lleva dos años yendo paso a paso, respetando los profesionales locales y en diálogo continuo con los responsables del ministerio. Es un ejemplo a seguir.
El
Ministerio de Salud Pública de la RASD (República Árabe Saharaui
Democrática) que administra y coordina todas las iniciativas de la
salud pública hace lo que puede. Depende para casi todo de ayuda
externa. Hay muchos programas de prevención (vacunación,
potabilidad del agua, programas contra la desnutrición infantil,
educación sanitaria) y asistencia médica. Hay un departamento de
estomatología que está apoyando nuestra expedición. En cada Daira
hay un dispensario, en las Wilayas están los hospitales regionales
(Aaiun, Awserd, Smara, Dajla, Bojador=27 de febrero) y luego están
los hospitales centrales Bachir Saler en Rabuni y el Hospital Militar
El-Bolla. Existen varias asociaciones de cooperantes médicos y la
brigada médica cubana. Hay una farmacia central que registra la
entrada de medicamentos (todos de ayuda, no existen fondos) y
organiza la distribución.
Ahmed
tiene un objetivo: mi termómetro. No deja de jugar con el, y a cada
niño le toma la temperatura y flipa con el resultado instantáneo.
Me alegro, voy a dejar todos los materiales y si están contentos con
ellos, mucho mejor. Es el director (en sus palabras) del hospital
donde trabajamos hoy y me ayuda a traducir. Es muy amable y curioso.
Aunque desaparece todo el tiempo a no se sabe donde y luego aparece
como si nada. Menos mal los pacientes se ayudan entre ellos para
traducir. Al terminar la consulta le acompaño rápido a su casa y me
cuenta de un médico de Granada que era muy buen amigo suyo. Le
regaló un tensiometro. 'Aún lo tengo guardado en mi casa'. Me quedo
pensando. Ahmed se quedará sin su termómetro.
No
hay manera con estos chavales. Sin zapatos y con una habilidad
impresionante nos regatean. Aquí hay un par de futuros Messis. Se
ríen y nos chocan la mano después de cada gol. Una herida en el pie
y una contusión en el dedo meñique es el resultado. La edad se
paga.... Nos preguntan por nuestros nombres, que recuerdan los
próximos días. Todos estos días los niños y las niñas se acercan
a nuestra jaima. Son muy curiosos, pero al mismo tiempo respetuosos.
Los saharauis son muy sociables, te saludan siempre y parece que
realmente se alegran de verte. Es muy fácil conseguir contacto con
ellos. Con las mujeres también, aunque vayan con velo y muy tapadas
con las melhfas. Son risueños y parece que nos aceptan como somos.
Algo bastante admirable teniendo en cuenta la pandilla de maleducados
que somos. El hecho de que la mayoría de la población hable
bastante bien español ayuda mucho.
En
los campamentos de refugiados viven casi 200.000 personas. Muchos
nacieron y crecieron aquí, y quizás morirán aquí. Muchos
estudiaron fuera, sobre todo en España, Cuba y Argelia. Muchos no se
dedican a lo que han estudiado. Los sueldos son bajos. Un dentista
gana 40€ al mes. Los terrenos que cedió Argelia para los
campamentos son de los más inhóspitos de la tierra, aquí en verano
las temperaturas llegan a más de 50ºC. No hay posibilidad de
agricultura y unos pocos camellos y cabras forman el ganado. Los
saharauis dependen casi completamente de las ayudas de la comunidad
internacional. Sin embargo, de la nada han conseguido montar una
infraestructura, con escuelas, sanidad, pozos, luz en algunas wilayas
y una administración. Todo está en un estado bastante precario y
haremos un esfuerzo para que se mejore con el tiempo, pero, me
imagino, tiene que ser muy complicado y contradictorio invertir tu
energía en una tierra que no es la tuya. Es admirable la paciencia,
la perseverancia y la dignidad de este pueblo tan olvidado por la
comunidad internacional.
'Mi
hermano nos lleva.' Miro al hermano y me acojono. 'Pero el niño es
más pequeño que mis mellizos'. 'No te preocupes, tiene doce años y
es muy buen conductor.' Me hago atrás en el todoterreno y miro de
reojo al niño por el espejo. Me devuelve la mirada con una sonrisa
que no logra tranquilizarme. Afortunadamente la casa no está lejos y
el chico maneja el coche bastante bien.
El
padre de Maryam nos prepara el té. Es un ritual casi hipnótico,
utilizan brasa para calentar el agua y echan hierba buena fresca. Y
azúcar, mucho azúcar. 'Es que somos muy dulces' siempre nos dice
Hasman, uno de los conductores del ministerio, sacando su sonrisa
amable con manchas marrones en los dientes. El agua pasa de vasito a
vasito hasta que se consigue la cantidad de espuma deseada. Es una
muestra de hospitalidad y cordialidad. Se toman tres tazas. El
primero es amargo como la vida. El segundo es dulce como el amor. El
tercero es suave como la muerte.
Maryam
y su hermana traen la comida. Me asusto. Vaya comilona nos han
preparado. Un pollo entero, una bandeja enorme de carne de cabra,
además de arroz y patatas fritas en cantidades impresionantes. ¿Cómo
vamos a comer todo esto, solo somos cinco? Estamos en casa de Maryam,
la traductora que trabaja como voluntaria en el hospital de Aaiun. Es
saharaui, pero vive desde hace unos años en España. Ha venido con
un grupo de cooperantes de Andalucía con quién trabajo en el
hospital. La familia nos invitó para agradecernos el esfuerzo de
venir y ayudar. Mirando al pollo y el resto de la comida me doy
cuenta que realmente están agradecidos. Maryam nos cuenta que
también lo hacen en nombre de los otros vecinos. 'Y luego repartimos
lo que sobra', dice riéndose. No nos dejan recoger, la madre encima
nos regala una pulsera con los colores de la bandera saharaui. Una
vez más demuestran que los que no tienen nada siempre son los más
generosos.
Aquí
metí la pata sin querer. El tema de seguridad en los campamentos es
serio. Desde el momento que llegas
al aeropuerto de Tinduf hay que tener en cuenta que estás en una
expedición especial con unas normas que debes cumplir. Actualmente
los desplazamientos del aeropuerto de Tinduf a las wilayas se hacen
en caravana escoltada por el ejercito de Argelia, hasta un especie de
frontera, y de las policías saharauis, después. Una vez en la
wilaya, puedes moverte dentro de la misma y visitar a quien quieras,
pero a la puesta de sol debes estar en la jaima, hasta el día
siguiente. No es fácil moverse entre wilayas, aunque en teoría
puedes moverte entre las wilayas de El Aaiun, Auserd, Smara y Bojador
e ir a Rabuni siempre que tengas transporte y en el protocolo de la
wilaya te hayan dado el papel que lo autoriza, a ti y al chófer y
coche en que vas a ir. Y de hecho en las entradas y salidas hay
controles. No me di cuenta que una invitación espontánea en otra
wilaya pudiera causar tantas gestiones y gracias a Ignacio, Abba y
Said no pasó nada. Entendí luego que realmente hemos sido unos
privilegiados con el tema de traslados y visitas al museo, la
farmacia central y Smara entre otras. La seguridad tiene como
objetivo proteger a cualquier cooperante o visitante para que no
peligre la ayuda internacional que es lo que hace poder existir al
pueblo saharaui en los campamentos.
Los
ronquidos del director del hospital me despiertan una y otra vez.
Intento dormir en el suelo de su cuarto, está todo asqueroso. Son
las cinco de la mañana y acabo de atender a un niño en urgencias en
Rabouni, el hospital más importante de los campamentos de
refugiados. El niño entró con problemas de respiración (un
estridor impresionante) por una laringotraqueobronquitis y fiebre
alta. Llamé al pediatra porque le veía muy disnéico. Con un
nebulizador con epinefrina y prednisona mejoró mucho. La médico de
urgencias cubana que me había enseñado todo esta tarde ya me avisó,
'aquí ves de todo y toca improvisar'. Me alegro de que solamente me
toque una noche aquí.
El
director se levanta con la misma ropa puesta de ayer y se pone un
poco de colonia. Me ofrece una batido caliente de maíz. Muy bueno.
En urgencias atiendo a un par de pacientes hasta que llegue el
relevo. El enfermero, que se llama Mohamed como todo el mundo y por
eso le pongo el apodo de 'Gafitas', me da un abrazo. '¿No vas a
volver esta noche, verdad?'
Me
siento como nuevo. Los calzoncillos de Sergio y los calcetines de
Oscar me hacen sentir como el de siempre, o sea, un chico muy guapo,
aseado y arreglado. Me he echado el agua helada sobre las partes más
necesarias (o sea asquerosas) de mi cuerpo. Estoy en el cuartito
donde está el baño, un agujero de cerámica en el suelo (como antes
utilizaban en Francia me acuerdo de mis vacaciones ahí). Sobre el
mismo agujero me lavo lo que pueda. Me pondré el mismo pantalón y
camisa de los últimos cinco días, y también me dormiré en la
misma ropa. Realmente me da igual. A todos nos da igual. Dormimos
diecisiete en la misma jaima, compartiéndo todo. La falta de
equipaje y de cualquier capricho nos ha hecho una piña. Cuando
llegan las maletas después de un esfuerzo titánico de Abba, lo
celebramos, pero nuestras caras dicen, ¿para qué?
'Dos
años lleva con dolor de muela' dice su marido, 'dos años que no
puede dormir, está hecha polvo'. Está desesperado. Su mujer ya está
sentada en la silla y ya le han dado su anestesia. Apenas veo sus
ojos bajo el velo. Cristina con su sonrisa bonita y gorra de colores
alegres (hecha por su suegra) con luz frontal no necesita más campo
de vista, lo ve claramente. Como un torero se acerca a su victima y
en un movimiento elegante (digo elegante, pero realmente da miedo)
termina el calvario de la pobre mujer. La muela termina en una
bandeja entre muchas otras. A lo mejor no hoy, pero pronto dormirá
mejor y su salud general mejorará.
Estoy
en la sección dental del hospital de Aaiun. Con solo un sillón
dental medianamente funcionando hay un equipo de seis dentistas, una
higienista, tres auxiliares y el apoyo logístico de Sergio
funcionando como un tren. Muchísima gente pasa por el carrusel
improvisado del diagnóstico, luego la anestesia, terminando con un
empaste o una extracción. La mayoría de veces en sillas normales
con una luz frontal. Todo el sistema funciona con un generador que
tiene una capacidad limitada de una mañana. Si no estarían
trabajando hasta muy tarde todos los días.
Dentalcoop
lleva desde 2014 en los campamentos de refugiados saharauis y en los
territorios liberados. La idea es el envío de material y
equipamiento dental al departamento de Estomatología
del Ministerio de Salud saharaui, para cobertura en los Campamentos
de Refugiados Saharauis . Los apoyan además con formación
presencial para los odontólogos y auxiliares, así como financiación
para formación técnica en centros clínicos españoles. Luego en
los territorios
liberados en
colaboración con Sahara 4x4 solidario han establecido una cobertura
de asistencia dental básica a la población, mediante la instalación
de una clínica dental totalmente equipada y el trabajo de decenas de
voluntarios de Dentalcoop. Personalmente me he quedado impresionado
con lo que han conseguido en tan poco tiempo. La compenetración con
el ministerio es total y eso es fundamental en los campamentos.
En
la Daira no hace falta un gallo, tenemos a Iván y funciona de
maravilla. Nos dormimos cuando Iván deja de hablar y es hora de
levantarse cuando empieza a soltar sus primeras palabras del día.
Nos reímos mucho con él, habla de todo y mucho. El problema es que
la mayoría le contesta con la misma agudeza y la jaima parece muchas
veces una gallinera. Flipo con el lenguaje. Pensaba que eso solamente
pasaba en Gran Hermano. Nos reímos mucho. Somos muchos y cada uno
tenemos nuestro papel. En el desierto, el no tener nada, nos hace ser
como somos y nos hace respetarnos uno al otro sin condiciones.
Tenemos un grupo muy variado y muy divertido. A los que se hospedan
en el ministerio, 'Pijolandia' (tienen camas, agua caliente y un
water) los vemos todos los días y compartimos comidas y salidas por
la tarde. La verdad es que hay muy buen rollo y se agradece.
La
única pesada es Irene a quién se le ocurre molestarme con mi
'delisiosso'. Pero ya sé cómo la voy a castigar, no la invitaré a
nuestra fiesta de verano.
'!!!Puta
punky de mierda!!!' Le sale de lo más profundo del corazón. Me meo
de la risa, Irene, a quien iban dirigidas las palabras, también. Le
había pasado una botella con la tapa abierta a Sergio y nos mojó
sin querer. Antes de que me diera cuenta de lo que pasaba, Sergio ya
soltó la frase. Flipo.
Nos
acaban de sacrificar una cabrita y la pobre nos sirve de cena de
despedida. Estamos en las dunas, bajo la luna, un poco más lejos de
Smara. Hace un frío que pela, pero las emociones nos calientan.
Ignacio hace un discurso y acierta con las palabras. Es la
decimacuarta expedición, pero nos hace sentir únicos,
mencionándonos uno por uno por nuestro nombre. A pesar de los
problemas de los materiales, a pesar de no haber ido a liberados, lo
hemos pasado bien, hemos aprendido mucho, nos la hemos tenido que
apañar en un sitio desconocido y entre todos nos hemos apoyado. Los
saharauis nos han enseñado muchísimas cosas, de algunas a lo mejor
no me he dado cuenta aún. El desierto nos desnudó y nos permitió
llegar a nosotros mismos.
Ana
P (auxiliar-coordinadora)
Víctor (odontólogo), Meritxell (auxiliar-higienista), Alexandra (odontóloga),
Max Meertens (médico de familia), Cristina (odontóloga), Sergio (auxiliar-informático), Irene (auxiliar), Johanna (odontóloga, formación), Mariló (odontóloga), Mª José (auxiliar, enfermera)
Sandra (endodoncista), Alberto (auxiliar-diseñador), Elsa (auxiliar), Marta (auxiliar), Javier (odontólogo)
Ivan (odontólogo), Esther (odontóloga), Ana (auxiliar), Eva (odontóloga), Oscar (odontólogo), Emilio (odontólogo)
Consejos:
- Para médicos: Llevar mochila con cosas del maletín (otoscopio, fonendoscopio, tensiometro, termómetro, pulsoximetro, glucometro, depresores de lengua, pilas de cambio), en muchas clínicas apenas hay nada y también la gente en la dahira donde estés te van a encontrar enseguida. Llevar bata blanca. Llevar vademecum de bolsillo
- Pilas de cambio para todo
- Hay que tener en cuenta que al llegar en Tindouf hay que esperar hasta que llegue el último avión para salir todos los pasajeros al mismo tiempo con la escolta.
- El aeropuerto de Tindouf es un aeropuerto militar, no se puede hacer fotos y todo es bastante rudimentario.
- Lleva siempre ropa de cambio en el equipaje de mano, no se retrasan muy regularmente maletas, pero si pasa pueden tardan luego días en llegar.
- Chanclas, gafas de sol, a partir de otoño un abrigo
- Para los que tenemos hijos y queremos estar localizados con una tarjeta SIM local, según los chicos del ministerio Mobilis tiene la mejor cobertura en los campamentos. Aunque yo tenía una tarjeta de Djezzey y me daba una cobertura buena. Las tarifas son baratas y por 8€ incluye hasta 2GB de datos. Roaming es muy caro.
Más fotos: https://goo.gl/photos/pnKBbyLbv8cfsVZJ7
Para más información:
https://sadicum.wordpress.com/174-2/
https://bienvepaz.wordpress.com/tag/desertica/
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